2/6/09

Entrevista a Jose Esquinas-Alcazar: «Medir el desarrollo con índices de consumo es una estupidez»

José T. Esquinas-Alcázar, ex presidente del comité de ética de la FAO aseguró en el congreso de la SIBI que «el verdadero progreso de las sociedades lo da la felicidad humana»

Por: Leticia Álvarez – Gijón

Lleva en la solapa un pin con la silueta de don Quijote y Sancho, un detalle del que presume, primero por manchego, y segundo, porque, dice que, «ambos personajes son un buen equilibro. Luchar por los ideales manteniendo los pies sobre la tierra». Con esa premisa lleva trabajando ya 30 años por y para la Humanidad: como funcionario de la FAO-Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, de la que fue presidente de su Comité de Bioética y secretario de la Comisión Intergubernamental de Recursos Genéticos. Ahora, como director de la Cátedra de Estudios del Hambre y la Pobreza de Córdoba, pronunció ayer la conferencia inaugural del Congreso Mundial de la Sociedad Internacional de Bioética.

-Dada la situación actual, ¿luchar contra el hambre es gratificante?

-Siempre lo es, de hecho yo creo que todos podemos hacer algo. Piensa globalmente; actúa localmente. Todos podemos impactar. Trate de dormir con un mmosquito en una habitación a ver si algo tan pequeño no causa un trastorno, un impacto.

-Entonces, ¿qué podemos hacer los ciudadanos de a pie?

-Participar en ONGs, el voto es una manera de manifestarnos o ser responsables a la hora de hacer la compra. El carro de la compra es un carro de combate. El consumo inocente no existe, se puede comprar más justo, menos contaminante, más sano...

-Sin embargo, llevamos muchos años en esta lucha y se avanza poco...

-Así es. De hecho, en 2008 se ha dado un paso atrás terrible. En 2000, la ONU señaló como objetivo acabar con la mitad del hambre para 2015; después lo pospuso a 2050 y ahora, la crisis económica ha hecho que retrocedamos. Las cifras actuales del hambre son escalofriantes. Se ha pasado de 850 millones de hambrientos en 2007 a 936 millones.

-Y esas cifras, ¿en qué consecuencias se traducen?

-Significa que quince millones de personas mueren de hambre al año; que 30.000 perecen cada día y que una persona, en su mayoría mujeres y niños, muere cada dos segundos en el mundo... Es cruento y vergonzosos.

-¿Por qué esas tremendas cifras no movilizan al primer mundo?

-Cuando la gente se muere de gripe porcina o aviar nos asustamos y ponemos en marcha todos los mecanismos para evitarlo. ¿Por qué? Porque es contagioso, pero el hambre no se contagia si lo fuera la Humanidad habría terminado con ella hace años.

-¿Entonces nunca se acabará con esta lacra?

-Confiemos en que sí porque pensar así, pensar que a nosotros nunca nos va a afectar, es ser cortos de vista, La hambruna, la pobreza es el caldo de cultivo de los problemas más temidos por occidente, como son la emigración y su seguridad. Con hambre en el mundo nunca habrá paz. Es preciso darle la vuelta a esta situación y se puede lograr tanto por solidaridad como por egoísmo inteligente o ilustrado.

-Vivimos en un mundo globalizado y, sin embargo, sólo para algunas cosas, las medidas que se adoptan no afectan a todos por igual. ¿Por qué?

-Entre otras razones porque a lospaíses en vías de desarrollo les hemos forzado a un comercio sin barreras sin límites ni protecciones que les ha llevado a considerar que es más barato comprar fuera el trigo, por ejemplo, que cutivarlo. Eso ha provocado que al subir los precios a nosotros apenas nos afecte porque dedicamos el 17% del salario a alimentarnos, pero ellos dedican el 70% de su salario. Si los precios se duplican, que es lo que ha sucedido, pues la catástrofe está asegurada. La globalización es un hecho y yo no estoy en contra, pero sí denuncio cómo se hizo, demasiado rápido y sin tener en cuenta las características de cada país. Por eso pienso que el problema no radica sólo en garantizarles el alimento, también la soberanía alimentaria.

-¿Este cataclismo económico puede llevar a un gobierno mundial más justo, a un reparto más equitativo de los recursos?

-Ojalá. Las crisis pueden ser positivas. Son sinónimo de cambios y debemos hacer que sean cambios para mejor, para crear un mundo sostenible.

-¿En qué nos hemos equivocado?

-Sobre todo en pensar que el consumo da la felicidad. Medir el desarrollo de un país según los índices de consumo es una falacia, una estupidez. El verdadero desarrollo lo da la felicidad humana. Y esto no es una utopía. Yo creo que una gobernanza mundial, hacer más felices a los seres humanos y poner normas nos hará mejores.

Publicado por:
El Comercio Digital

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